La observación como método científico

La capacidad de observación es una de las principales cualidades de un naturalista, y practicarla es un ejercicio previo al desarrollo de otras técnicas científicas. Muchas veces los laboratorios de experimentación hacen olvidar a los biólogos la necesidad de contrastar las experiencias de campo en distintos momentos temporales para hacer inferencias sobre el cambio.

Los ciclos largos de la Naturaleza han condicionado a lo largo de la Historia la validez de las observaciones naturalistas, limitadas al tiempo vital de los humanos, y aún más al corto período que representa la vida profesional de un biólogo, apenas unos 35 años en el mejor de los casos y aún menos en épocas pretéritas, de menor longevidad.

Por otro lado, la velocidad del cambio en los acontecimientos humanos y su influencia en la Naturaleza ha aumentado desde los pasados años 60 de una manera inusual, si exceptuamos la época de la revolución industrial, los grandes descubrimientos y la revolución neolítica.

Con esto quiero decir que si ha aumentado la longevidad y la vida activa de los naturalistas y se ha acelerado la generación de acontecimientos que afectan a la Naturaleza, los naturalistas estamos en mejor disposición que en otras épocas para poder atribuir, hipotéticamente, causalidad a ciertos actos humanos que afectan a la Naturaleza.

La fluida comunicación con comunidades científicas de otros países nos permite, además, contrastar los distintos puntos de vista locales, para hacernos una idea -a nivel terrestre- de lo que ocurre, pues la contaminación viaja con el aire, y la cantidad de radiación solar y las ondas de telefonía nos afectan a todos, en mayor o menor medida.

Apoyo empírico a la observación

Los estudios de Alfonso Balmori sobre el declive de paseriformes en el centro de la ciudad de Valladolid, las investigaciones de Rodríguez Delgado sobre la influencia de los campos electromagnéticos de muy baja frecuencia, el aumento de las radiaciones ultravioleta por el incremento del agujero de ozono de los pasados años, el supuesto calentamiento global del planeta, la disminución de moscas y mosquitos en las grandes y medianas ciudades y la reducción drástica de efectivos en las poblaciones de anuros nos deben llevar a reflexionar sobre los tres aspectos que apuntaba al principio del artículo -contaminación y efecto invernadero, agujero de ozono y telefonía móvil- como posibles causas de migraciones, mutaciones, desapariciones o muertes de dípteros, anuros y paseriformes.

Responsabilidad de los biólogos en el declive

La dejadez, la laxitud, el devenir cotidiano, la rapidez de los cambios -que afectan a la adaptabilidad de los mismos naturalistas para su propia supervivencia como humanos- no deben atenazarnos para defender vehementemente posturas drásticas, inmediatas y preventivas para atajar la sangría biológica que padecemos.

Responsabilidad del PP, del PSOE y CIU en el declive

Los ejemplos de la vergonzante desaparición de la cabra hispánica de los Pirineos, la práctica extinción del oso pardo en el mismo área y la crítica situación del lince ibérico en Doñana -un parque nacional con todos los recursos- nos deben llevar a criticar sin complejos la gestión descentralizada de los parques nacionales y la actuación de profesionales concretos en algunos de los mismos, por muy famosos o "prestigiosos" que sean esos profesionales.

Mantener urbanizaciones cerca de los parques nacionales o extracciones de agua desmedidas, cercar con carreteras y estaciones de esquí zonas especiales y hacer desaparecer por completo las noticias sobre la Naturaleza de los telediarios nos llevará al desastre. De hecho ya es un desastre silencioso.

La lucha partidista y la acomplejada "globalización" de las mentes políticas ha hecho que la información disponible en los telediarios y periódicos sólo se centre en catástrofes como el naufragio de petroleros y guerras "ilegales" , en un ejemplo mediático de la influencia de las agencias de noticias extranjeras y la lucha por el poder local, desmedido, risible y preocupante en los últimos tiempos, mientras nuestros últimos animales silvestres, más españoles incluso que nosotros, languidecen mientras esperan que les prestemos atención.

Hago un llamamiento para que los delfines profesionales de Rodríguez de la Fuente se hagan menos comodones y salgan más a los medios, en vez de arrellanarse en sus despachos de cualquier obtusa autonomía, preocupados más por cultivar su nuevo estatus que por mancharse de nuevo las botas.

Brutalidad e incompetencia en la gestión de Cabañeros

A mi mente acuden ahora las imágenes de venados, buitres leonados, zorros y muflones presas de los lazos que la dirección del Parque Nacional de Cabañeros presuntamente instaló en 2003 y 2004 para exterminar venados "excedentes" , algunos de los cuáles fueron rematados a pedradas o a balazos, otros simplemente abandonados a su agonía y sufrimiento. Si la administración de los parques nacionales españoles está en manos de laceros, matarifes o incompetentes no podemos esperar nada bueno de las zonas no protegidas.

Confío en que en España se asigne la administración de nuestras reservas biológicas más importantes a quien sepa qué tiene entre manos: la vida de seres vivos, y destierre el exterminio y el control biocida de las poblaciones numerosas, sustituyéndolo por un control mediante la depredación natural, la reubicación de efectivos o el destino cárnico e industrial de los venados, un destino éste más digno que la putrefacción de los cadáveres en el bosque mientras penden de una cuerda con la expresión de la agonía en sus ojos.